La soledad está a la vuelta de la esquina… o mejor dicho en el
rincón de cada casa. Es por eso que les invito a zambullirse de lleno a la
experiencia mágica de los relatos que componen: Siete casas vacías (Páginas de Espuma, 2015) de la escritora
argentina Samanta Schweblin.
Este libro fue merecedor del Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero en España, concurso literario fundado en 2008 dirigido a cuentos en castellano y por primera vez lo consigue una sudamericana. El mérito no solo es aquel, sino el de haber construido un universo como solo el cuento argentino puede diseñar.
Como arquitecta y heredera de la tradición gaucha en narrativa, Samanta nos presenta siete relatos conmovedores, un poco escabrosos y plagados de alegorías mágicas acerca de la relación con los padres, abuelos, esposos e hijos.
Este libro fue merecedor del Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero en España, concurso literario fundado en 2008 dirigido a cuentos en castellano y por primera vez lo consigue una sudamericana. El mérito no solo es aquel, sino el de haber construido un universo como solo el cuento argentino puede diseñar.
Como arquitecta y heredera de la tradición gaucha en narrativa, Samanta nos presenta siete relatos conmovedores, un poco escabrosos y plagados de alegorías mágicas acerca de la relación con los padres, abuelos, esposos e hijos.
Fuente: leeresunplacer.com.ar |
Con toques de humor, nostalgia y un aura melancólica, nos provee
una visión privilegiada de sus mundos, los cuales están bajo la sombra de la
soledad, un toque de realismo mágico y un puro instinto de joder del ser
humano.
Siete casas vacías esperan nuestra presencia y no podemos dejarlas
más tiempo solas, es más, debemos llenar sus vacíos, añoranzas y locuras; como
abuelos corriendo desnudos por el jardín, una vecina neurótica que no tiene
memoria ni cuando repite las cosas o de señoras que roban azucareros para enterrarlos.
*Un hombre sin suerte, relato fantástico que los hará delirar de la
risa, temblar de un espanto simpático y deleitarnos de lo mágico del cuento de
Schweblin como una Fellini. Literalmente, perderán la ‘bombacha’ de la emoción.
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