Todo lo demás, es un sueño...

Todo lo demás, es un sueño...
...sueña que es cierto

martes, 10 de noviembre de 2015

OTRA CRÓNICA: O somos muy buenos, que somos idiotas…




¿Cuándo dejamos de ser buenos? Creo recordar otros tiempos en que todo iba mejor, donde las cosas no solo eran fáciles, sino que conspirábamos para hacer todo al revés y divertirnos. ¿Cuándo perdimos la brújula y comenzamos a ofendernos los unos a los otros?

Parece que vivíamos una fantasía dentro del mundo real y cuando nos tocó escapar de aquella, nos fuimos de cara. Y nos dolió, nos dolió bastante feo. Éramos buenos y nos reíamos de todo. Jugábamos y no tomábamos nada en serio, solo ron con cifrut.

Creo que nos quedan dos opciones en este mundo real, tan lejano del mundo que construimos alrededor de una desolada carpeta despreocupada y común: Ser muy buenos y parecer idiotas…o ser malos y que nadie espere nada bueno de nosotros porque si no, seríamos idiotas.

¿Por qué me dices que ya no tienes comunicación con ella si antes todo era pura risa y payasadas? ¿Por qué será que ahora no nos hablamos con la misma confianza que otras veces? ¿Por qué si nos vemos por la calle, no nos conocemos? ¿Por qué nos dejamos llevar por los deseos que por la lealtad de la amistad? ¿Por qué no nos abrazamos? Y la pregunta central: ¿Por qué llegamos a esto?

Creo que nuestro propio mundo era mejor. Trabajar y no tener tiempo nos ha matado. Nuestro dinero y nuestra ropa nos han mareado. Nuestros sueños y ambiciones nos han distanciado. Nuestras parejas nos han extraviado. Nuestros ojos se han abierto y nos han avergonzado. Nuestra autosuficiencia nos ha secuestrado. Nuestros complejos nos han desintegrado. Nuestras lenguas nos han peleado.

Si te vi por la calle, de nuevo, no te he visto y si te vi; no te reconocí y si te reconocí, entonces… lo disimulo con mis lentes polarizados. Si escuché de ti, de lo bien que te va, entonces, que te siga yendo igual y si te va mal; te lo mereces. ¿Cuándo comencé a ser así?

Creo que mi trabajo me ha apasionado: Veo a mi jefe tan empecinado en hacerlo todo con cariño y mi vista se ciñe a un solo ángulo. Mis estudios me han absorbido como un jugo de fruta, toda la pulpa está concentrada en aprobar, en mejorar. Ya no hay tiempo para reír con ustedes. Voy a formalizar y mi vida cambiará, pues, lo que fue ayer, mañana no será: simplemente, no me acuerdo más.

¿Cuándo nos desviamos y nos olvidamos de ser buenos? ¿Será que nunca lo fuimos? Mentira. Me dices que es mentira pero no lo creo. Siempre vivimos en el mundo real, pero entonces, ¿qué era todo aquello? Tal vez la ilusión de un mundo mejor. Si tan solo la tristeza pudiera describirse, todo el mundo entendería.

Fuente: culturacolectiva.com

¿Qué nos pasó? ¡Nos mudamos!
No. Nos jodimos, que es diferente. Ya te olvidaste cuando te quedaste en mi casa y desayunamos juntos. Cuando me invitaste a almorzar al ‘huequito’ de siempre cuando no acabábamos de escribir una pauta. Ya ni recordaba las veces que me prestabas el celular para llamar y llamar cuando mi hermano estaba mal. ¡Ni qué hablar cuando te pasaba las respuestas aun cuando me podían jalar huevón!. "Puta que si eres ingrato mierda".

Ya te olvidaste cuando metiste ese gol y te cargamos como si fueras ‘manguera’ Gotze en la final del mundial. ¿Acaso no recuerdas cuánto jodías cuando la flaca te hacía sufrir y nos llamabas para que habláramos mientras le dábamos vuelta al parque? ¿Y la vez en que ofrecimos mecharnos con el enamorado de la flaca que te cagó si este se te hubiera achorado? O en aquella tarde en que perdimos la final por goleada y lo primero que hice al escuchar el pitazo final fue abrazarte cuando te hincaste de impotencia. Y cuando te fuiste presuroso al baño después de la pichanga y te seguí para darte ánimo cuando estabas deprimido.

No me digas que se te olvidó que nos diste la espalda por aquella flaca que te cagaba la existencia y aun así siempre estuvimos ahí. Ni qué decir de tus trampas, que te las maquillábamos, pero te puteábamos porque a la larga, eras una mierda, pero seguíamos ahí. Ya fue pues, vamos a tomarnos un roncito.

Todo era así de fácil. Y todo nos iba bien, todo era bueno. Entonces, ¿cuándo dejamos de serlo? Cuándo dejamos de lado nuestras caminatas por Jirón, por Polvos, por el Real, por la Exposición, por Marle, por la Casita. ¿Cuándo la cagué?

¿Qué pasó con los pies de sol cincuenta, los polos chongo, los lomos saltados, los guiones a última hora, las improvisaciones, las imitaciones, las locuciones, las risas, el fútbol, los ‘chuchasumadres’, los ‘bota el chicle mierda’, las cabinas ‘súper privadas’, los cigarros por los pasillos, los días enteros sin almorzar sin razón, la publicidad gratis a Dj Tanga, el ‘zoko’, ‘Luchín’ Cárdenas, los informes con Vicente y Eloy, las apariciones con ‘lechuzo’, el roba Depor, el gordo ‘gomocito’, del dios ‘Tiki’, el Rally Dakar, Anna Polina, el maldito que solo jala a sus ‘mujeres’,el “Universidades NO” del tío ‘Marka’ (maldito pingüino), el "Cristi", aquella final de la Copa del Rey en el patio de comidas, los mangos de Chulucanas, Lo es todooo, tokio,…? ¿Sigo?


¿Ya no me acuerdo? ¿Qué pasó conmigo? ¿Será que me he olvidado que en algún momento fui bueno y que todo lo que nos rodeaba y unía también lo era? O acaso fui demasiado bueno al punto de ser idiota o… No sé.   

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