Todo lo demás, es un sueño...

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domingo, 3 de junio de 2018

FIEBRE 2018: Un mundial en el corazón



Todos tenemos un mundial. Puede ser el primero, puede ser el que marcó algo en nuestra vida o, para algunos más afortunados, cuando su país se consagró campeón del mundo. Nosotros, después de 36 años, recordaremos este mundial como el más importante, no porque resignemos la idea de volver al certamen cada cuatro años, sino lo que significó para más de dos generaciones que nunca vieron a la blanquiroja en esta justa.

En nuestras memorias quedarán las primeras impresiones, los partidos inolvidables, las polémicas que pasaron a engrosar los registros históricos, los récords, los jugadores, etc. Este será, en lo personal, mi cuarto mundial, pero será el mejor porque podré ver a la selección peruana compitiendo, cantando el himno y espero que anotando goles.

Pero sin contar con este extraordinario factor, ¿cuál es el mundial que más recordamos? Aquel que estará enquistado en nuestra mente sin importar los años ni las ediciones. Por ejemplo, mi hermano, nueve años mayor que yo, tiene en su corazón el primer mundial que vio, el de Italia 90’; con Maradona y Caniggia como figuras en Argentina y una Alemania que impuso el mejor juego de aquel certamen, jamás lo olvidará.

Hace doce años y si me acuerdo
No puedo evitar, en estos tiempos de fiebre mundialista, recordar mi primer mundial, aquel celebrado en Alemania en 2006. Sin duda la explosión más genuina de ilusión y adrenalina que alguien pueda experimentar. La fiesta, el color, el brillo en los ojos de los hinchas, los disfraces, las locuras y, sin importar el resultado, las lágrimas o las frustraciones, siempre hay fanáticos sonriendo.


Inauguración del mundial Alemania 2006. Fuente: Nexpanama.com

El primer partido que vi fue el de la fase de grupos, en aquel año estaba en cuarto de secundaria, así que podía ver algunos de los encuentros por la mañana antes de ir a clases. Los cuadros de Australia y Japón se enfrentaron aquel lunes 12 de junio. Me desperté temprano, era a eso de las siete si es que no recuerdo mal. Aún en cama y tapado, con un ojo abierto y el otro cerrado, vi el partido.

El gran entrenador holandés Guus Hiddink dirigía a los ‘canguros’, mientras que por el lado nipón, el ex astro brasileño Ziko hacía lo propio en el banquillo. Hubiera sido una experiencia común de no ser por los condimentos de aquel juego tan especial que me abrió las puertas a las maravillas del fútbol.

Canguros

Japón comenzó ganando. Eso sería normal, un equipo gana y el otro pierde. Pero la reacción australiana que arrinconó a los japoneses y el gol del empate, que fue faltando diez minutos para terminar el partido, trajo la euforia de una infatigable afición y de la celebración de su autor yendo al córner y haciendo la finta de boxear con el banderín.

Minutos después, otro gol. Los hinchas, cargando canguros inflables o de peluche, mostraron la cara más colorida del fútbol, aquella que refleja el verdadero espíritu de este deporte: fiesta y alegría. Me emocioné mucho, pero más cuando encajaron otro tanto en los minutos de compensación y experimenté la montaña rusa de sentimientos que un evento así puede generar en una persona.



Una pequeña perla, para un collar completo de joyería fina que resultó ser el mundial de Alemania 2006. La goleada de Argentina a Serbia, las atajadas de Lehmann ante los albicelestes, la Portugal revelación de un jovencísimo Ronaldo quien estaba aún a la sombra de un ya veterano Luis Figo, el agónico gol de Henry ante Brasil y el cabezazo de Zidane a Materazzi en la final de la copa que se tuvo que decidir en una dramática tanda de penales.

¿Cómo olvidar aquella copa? Su canción que ni un bledo de poder pronunciar ni entender pero que en clase, con mi amigo la intentábamos cantar y nos miraban como orates. Claro, después vendría Sudáfrica 2010, el primer mundial realizado en África y donde España rompería la nefasta racha de selecciones europeos incapaces de ganar la copa fuera de su continente. Brasil 2014, el de más goles anotados (171), el tetracampeonato de Alemania, el ‘mineirazo’ de Brasil, la revelación Costa Rica, pero eso son otros recuerdos.





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