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Había encontrado el libro de Bresso Henri Soler en la biblioteca de la Universidad Tecnológica del Perú aquella tarde mientras esperaba a Missela. ¿Pero qué pasa aquí? Estoy desconcertado, deberán leer un párrafo, si es que pueden, de él para entender de qué intento hablar. Y digo “si es que pueden” porque casi imposible no seguir leyendo más párrafos de Henri Soler.
Es visceral porque, según la
traducción, escribe insultos, uno tras otro, pero sabe en qué momento comenzar
con la catarata de procacidades (Ver página 26). ¡Ya! El meollo es el libro: “El
nombre es el conflicto”, 116 páginas, editorial “Máxima”, 1974. La tapa es marrón,
hay un punzón y un hilo de sangre que brota de la punta con finas gotas bañando
el rededor.
En la solapa solo dice esto: Bresso Henri Soler Pruskov (1906), escritor
y periodista. Se desempeñó como corresponsal de guerra en Alemania y Polonia durante
la segunda guerra mundial y se dice que publicó más de 20 títulos. Máxima ha
publicado 15 de éstos con mucho éxito.
¿Dónde nació? ¿Murió? ¿De qué
país es? No parece alemán, quizá sea ruso o búlgaro… “Se dice que publicó”, ¿quién dice? Parece una broma. Leí por ocioso
unas cuantas hojas de El nombre es el
conflicto porque en la computadora de consulta figuraba como narrativa
mundial.
Missela demoró como siempre, pero
yo me demoré más para bajar al patio porque Henri Soler me enganchó con sus
páginas: “Sabíamos que moriríamos cuando
escuchamos los pasos a lo lejos. Aquel eco era como el del corazón materno al
unísono del propio cuando, protegidos, dormíamos dentro del vientre. Era
familiar, ¿no es así? Es tan cálido esperar y tan doloroso descubrir. Mi
compañero se deshacía del miedo y yo no dejaba de temblar, pero sabía que, ya
sea en cinco minutos o en cincuenta años, tendría que morir y la forma no importaba
porque al final, muy dentro de nosotros, sabíamos que moriríamos…” (Pág.
16)
Ese es Bresso Henri Soler. Y
falta más, mucho más. Deberé investigar qué libros tiene, dónde hallarlos y, lo
más importante: aprender a escribir como él. ¿Habrá ganado algo? ¿Será
reconocido en el canon literario? Recurrir a Google nunca fue tan desesperante.
Y cuando Missela pregunta: ¿Qué fue?, yo le respondo: Gracias por demorar.