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Hay amores que no pueden
olvidarse, y ni la sangre –tómese como quiera- puede ayudar a dicha tarea. Esa
es la piedra angular donde se cimienta la novela de Ignacio López-Merino El
laberinto del cazador (Planeta, 2011).
Con desparpajo, humor y dosis
precisos de drama; el autor nos cuenta la historia de Alberto; muchacho
miraflorino quien ve marcado sus días de niñez, juventud y adultez, no solo con
episodios variopintos de redescubrimiento, sino de la atracción que sentirá por
su hermana.
Aunque parezca un tabú casi
monstruoso, el protagonista se verá rodeado de amigos, vecinos y palomilladas
impregnadas de una nostalgia sobrecogedora. En su camino tendrá a sus tíos: Un
mujeriego que le enseñará el arte de seducir mujeres y el otro, un metafísico
que busca llegar al purgatorio.
Pero la obsesión que lo
perseguirá por los años, y al pasar de las hojas, será su media hermana Raquel;
inquietante personaje que seducirá a Alberto y al lector. Es aquí donde se
desata un festival de pasiones y contradicciones sentimentales que nos hará
preguntarnos: ¿Hasta dónde podemos llegar por un romance que nunca se debería
dar?
*Raquel goza despertando deseos a
Alberto, lo cual provocará que éste la busque, años después, de forma
desesperada con la misión de liquidarla, y a sí mismo después. Tres finales
escribe el autor. ¿Cuál eliges tú?
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