Fuente: mamanatural.com.mx
Son las palabras, esas tus
palabras las que me enredan, las que me jalan, me seducen. Me matan.
Esas tus palabras, que me
hipnotizan, me pierden. Me besan.
Palabras, siempre palabras, me
entristecen tus palabras. Me ilusionan y me desangran.
Me deshago en verbo, me ahogo en
verso y tú siempre me inundas en gramática.
Palabras, me duelen las palabras,
tras puertas cerradas y miradas pesadas.
II
Esas, tus palabras, que me
acarician, me sujetan y me desesperan. Me apasionan y me destrozan.
Deja las palabras y vuélvelas
placer en mi cuerpo que mis miedos enmascara.
Tómame y mátame con tus palabras,
tus labios y lo que no esperabas.
Déjame y suelta mi encadenada
alma sedienta de esas palabras; tus palabras que son pasión y condena.
Pues como volcán, déjame desatar
mi furia y poder que nadie entienda. Y sean tus palabras llave liberadora de
portentosa revelación.
III
Sé pues, ángel de condenación si
quieres, pero no me apartes de tus palabras que me rodean como serpiente y me
envenena tu vicio, tibieza, furor, pasión y manos frías.
Siguen tus palabras, las que me
matan, desgarran y su dolor me agrada.
Eres tú; palabras, forma,
sustento, adoración y demolición incontenible como un huracán.
Arrásame con tus palabras,
asáltame con tu discurso y bésame con tus fonemas.
No me dejes vivo, porque sin tus
palabras, ni la muerte me espera.
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