Todo lo demás, es un sueño...

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...sueña que es cierto

sábado, 31 de diciembre de 2016

EL ESCRITORIO PERDIDO: 16



Divagaciones, divagaciones…
Siempre podemos escribir algo nuevo, siempre hay de qué escribir, pero lejos de los consejos de que “tengo mucho material…”, escribiré porque tengo el ánimo y no era por flojera. Muchos meses de caminar, de caer, sonreír, aprender, frustrarse y confundirse. ¿Qué hay más adelante? Lo mejor (y aterrador) es que no lo sabemos.

Si bien dejé de escribir, ya sea por el motivo que fuera, nunca desaparecieron esas ganas, sin embargo, debía haber esa tranquilidad mental para hacerlo. Así como los jugadores que no son pagados demuestran un rendimiento que da pena, de la misma manera estaría mi deprimida prosa.

A pesar de muchos sólidos pilares para poder dibujar buenas historias línea por línea, estaba estancado en medio de un desolador mar de conflictos. Muchos de ellos que prefiero quedarme para mí, solo para mí. El tic tac es insoportable en mi cabeza, así que debo ser más breve de lo que creo.

16.
Mi número mágico me ha dejado cosas fabulosas, así como nefastas. Asumir distintos roles bajo el aliento que sí se puede y viendo el ejemplo en otras personas era mi solitario ejercicio del día a día. Amigos que hice, amigos que se fueron, amigos que se quedan. Las tardes tranquilas acompañadas por un buen libro y las llamadas de los hermanos el fin de semana, truncadas por la responsabilidad era la misma sinfonía infaltable.

Pero deberé decir que por primera vez en varios años, no armé el árbol, no coloqué las luces y quise desaparecer la musiquita que ellas regalaban. Pude conocer otros horizontes que jamás pensé ver. Regalé cosas, me regalaron otras y, sobre todo, los asuntos en casa se revolvieron bastante, pero lo más interesante estuvo afuera…

Winter is comming
Plenitud del verano, el maldito verano. Sol de mierda se dice por ahí, pero eso era solo el comienzo. El bochorno de los atardeceres que persistían a morir daba preludio al mejor de los inviernos que haya podido pasar en tres o cuatro años. Lo inesperado es lo que se puede esperar y cuando te golpea de repente es de lo mejor (o de lo peor).

Puedo decir que no recuerdo un invierno más cálido y con tantos motivos para poder levantar la vista y encontrar, por lo menos, una sonrisa con qué darle la vuelta a los momentos más complicados. Un invierno que me abrazó con su neblina, garúa, gripe y mucho, mucho café.

No cambiaría el rumbo que se dieron las cosas, las mejores cosas que atesoro y no dejo de pensar. Ya sea mirando el mar, con manos heladas, insomnios, obsesiones o hablar solo, no recuerdo cuándo estuve tan vivo.


¿Balance? Vamos bien.

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