Divagaciones, divagaciones…
Siempre podemos escribir algo
nuevo, siempre hay de qué escribir, pero lejos de los consejos de que “tengo
mucho material…”, escribiré porque tengo el ánimo y no era por flojera. Muchos
meses de caminar, de caer, sonreír, aprender, frustrarse y confundirse. ¿Qué
hay más adelante? Lo mejor (y aterrador) es que no lo sabemos.
Si bien dejé de escribir, ya sea
por el motivo que fuera, nunca desaparecieron esas ganas, sin embargo, debía
haber esa tranquilidad mental para hacerlo. Así como los jugadores que no son
pagados demuestran un rendimiento que da pena, de la misma manera estaría mi
deprimida prosa.
A pesar de muchos sólidos pilares
para poder dibujar buenas historias línea por línea, estaba estancado en medio
de un desolador mar de conflictos. Muchos de ellos que prefiero quedarme para
mí, solo para mí. El tic tac es insoportable en mi cabeza, así que debo ser más
breve de lo que creo.
16.
Mi número mágico me ha dejado
cosas fabulosas, así como nefastas. Asumir distintos roles bajo el aliento que
sí se puede y viendo el ejemplo en otras personas era mi solitario ejercicio
del día a día. Amigos que hice, amigos que se fueron, amigos que se quedan. Las tardes tranquilas acompañadas por un buen libro y las
llamadas de los hermanos el fin de semana, truncadas por la responsabilidad era
la misma sinfonía infaltable.
Pero deberé decir que por primera
vez en varios años, no armé el árbol, no coloqué las luces y quise desaparecer
la musiquita que ellas regalaban. Pude conocer otros horizontes que jamás pensé
ver. Regalé cosas, me regalaron otras y, sobre todo, los asuntos en casa se revolvieron
bastante, pero lo más interesante estuvo afuera…
Winter is comming
Plenitud del verano, el maldito
verano. Sol de mierda se dice por ahí, pero eso era solo el comienzo. El
bochorno de los atardeceres que persistían a morir daba preludio al mejor de
los inviernos que haya podido pasar en tres o cuatro años. Lo inesperado es lo
que se puede esperar y cuando te golpea de repente es de lo mejor (o de lo
peor).
Puedo decir que no recuerdo un
invierno más cálido y con tantos motivos para poder levantar la vista y
encontrar, por lo menos, una sonrisa con qué darle la vuelta a los momentos más
complicados. Un invierno que me abrazó con su neblina, garúa, gripe y mucho,
mucho café.
No cambiaría el rumbo que se
dieron las cosas, las mejores cosas que atesoro y no dejo de pensar. Ya sea
mirando el mar, con manos heladas, insomnios, obsesiones o hablar solo, no
recuerdo cuándo estuve tan vivo.
¿Balance? Vamos bien.