La tasa con café se ve deliciosa para este frío. Es mejor que se enfríe más ya que jamás aprendí a tomar nada tan caliente. Para esperar ello, mejor empleo mi tiempo en armar un rompecabezas o quizá, a otra cosa. Suerte que es de noche, puedo llorar y nadie lo sabrá, nadie me verá ni nadie preguntará nada, bueno, esa siempre fue mi idea.
La Luna es preciosa, es amable al darme luz en la precisa noche en la que escribo algo. Mi teclado es negro y como la computadora está casi a la intemperie, la luminidad lunar me favorece en demasía. Nunca pensé que llegaría un momento, en que el café se enfriara, ya que sigo en memorias y mi corazón comienza a estrujarse.
Se iba muy lejos y sin poder hacer nada. Era un viaje que tal vez, no tendría retorno. Un destierro, un exilio u otra cosa es más alentadora. Todo tiene su solución, ya que el mal tiempo trae una buena cara...babosadas. El mal tiempo trae lluvia, trae tristeza y se fue de mí sin poder hacer nada.
El café me seduce y me provoca, como si fuera Jennifer Love cruzándose de piernas, pero no voy a caer, ya que me quemaré los labios. La noche era tan silenciosa y tan vacía, que me temblaba el pulso, la mente me susurraba y solamente por tomar el teléfono. No iba a ceder, ya que su viaje era demasiado largo y el tiempo para llamar era injustamente corto. Mala suerte.
Me aguantaría las ganas de poder escuchar la sinfonía rítmica que tanto me hace delirar. Deberé decir en adelante: " me hacía delirar" que malo es el presente con el pasado. Mi deleite era tomar la tasa de café sentado en el escritorio, con el placer de dicha armoniosa melodía sin cesar. Pero estaba ya muy lejos de mí ahora. Una sonrisa se asoma en mí y solamente quiero callarme la boca. Siempre que sonrío suelo decir algo que me la haga recordar, sin importar mi compañía o soledad.
El café no se enfría y ella no está al otro lado del auricular, así que no queda nada más que esperar a que todo muera. No quiero morir. Yo he muerto muchas veces, muchos "yo" han muerto, y éste nuevo "yo" se rehúsa a morir también. Espero que luego pueda reír y llevarle flores a su eterno descanso, a pesar de su negativa. Me llega, boto el café que se niega a enfriarse y con él el "yo" que no quiso morir. En paz descanses hermano. Pero no puedo evitar pensar que ella no estará más por aquí...
La Luna es preciosa, es amable al darme luz en la precisa noche en la que escribo algo. Mi teclado es negro y como la computadora está casi a la intemperie, la luminidad lunar me favorece en demasía. Nunca pensé que llegaría un momento, en que el café se enfriara, ya que sigo en memorias y mi corazón comienza a estrujarse.
Se iba muy lejos y sin poder hacer nada. Era un viaje que tal vez, no tendría retorno. Un destierro, un exilio u otra cosa es más alentadora. Todo tiene su solución, ya que el mal tiempo trae una buena cara...babosadas. El mal tiempo trae lluvia, trae tristeza y se fue de mí sin poder hacer nada.
El café me seduce y me provoca, como si fuera Jennifer Love cruzándose de piernas, pero no voy a caer, ya que me quemaré los labios. La noche era tan silenciosa y tan vacía, que me temblaba el pulso, la mente me susurraba y solamente por tomar el teléfono. No iba a ceder, ya que su viaje era demasiado largo y el tiempo para llamar era injustamente corto. Mala suerte.
Me aguantaría las ganas de poder escuchar la sinfonía rítmica que tanto me hace delirar. Deberé decir en adelante: " me hacía delirar" que malo es el presente con el pasado. Mi deleite era tomar la tasa de café sentado en el escritorio, con el placer de dicha armoniosa melodía sin cesar. Pero estaba ya muy lejos de mí ahora. Una sonrisa se asoma en mí y solamente quiero callarme la boca. Siempre que sonrío suelo decir algo que me la haga recordar, sin importar mi compañía o soledad.
El café no se enfría y ella no está al otro lado del auricular, así que no queda nada más que esperar a que todo muera. No quiero morir. Yo he muerto muchas veces, muchos "yo" han muerto, y éste nuevo "yo" se rehúsa a morir también. Espero que luego pueda reír y llevarle flores a su eterno descanso, a pesar de su negativa. Me llega, boto el café que se niega a enfriarse y con él el "yo" que no quiso morir. En paz descanses hermano. Pero no puedo evitar pensar que ella no estará más por aquí...