Tus ojitos, porque cuando recuerdo así lo pienso, son más que bonitos, me muestran tu callada personalidad, que entre caramelos y mascotas, guardas con recelo y desconfianza. Y es que cuando miras bien, puedes ver algo bonito o algo como tú, que es realmente muy bonito.
Entre baile y baile del que fuimos protagonistas, a la fuerza por mi parte, estuvimos riendo por un momento por ese casual, espero que así haya parecido, momento en que besé tu mejilla, la de tu hermana y de mi tía. Sin decir nada más, con el nerviosismo al tope, que nunca lo supiste, la música que incitaba a invitar a bailar a la chica más encantadoramente bella, que embrujó mis ojos y mis sentidos.
Te insistí desde el momento en que te vi y no lo pude creer que eras tan linda, inocentemente linda y encantadora no sólo para la vista, sino que tu silencio, tan repetido, era embrujador. Moría por tenerte a mi lado, de que la distancia entre ambos sea cero, que mi determinación haga posible, lo que fue en ese entonces mi sueño y consigna, bailar contigo.
Cómo deseaba, en un loco frenesí que hasta ahora no lo explico, que mis manos tocaran tu deseable cintura y estrecharte contra mi cuerpo y sentirte, desmayarme en tus cabellos y besar tus exquisitos labios pueriles que expulsan inocencia incomparable. Tu risa era más que interesante, provocaba también reírse y besarte, repito mi incontenible deseo, lo cual ya es más que sugerente.
Repetiría la noche, esa noche, porque estás ahí, por ti, porque siento algo que no explico por temor a equivocarme.
Todo lo que pasa en algunas noches son extrañas, pero cuánto deseo que siga esa extrañeza y que nada tenga sentido porque solamente pienso en ti... y no en ti... ¿Y dónde quedas tú?... Lejos al parecer, porque con ella, ahora, quiero morir, pero de amor. Quiero conocerte, hablarte, mimarte, quiero hacer todo lo que con ella, hasta hace algunos días, quise hacer.
Dudabas de que fuera tu tío. Ahora que lo pienso, sí lo soy, yes i am, pero me interesa un bledo ello, porque si supieras más de lo que sé ahora, entonces dejarías que mi mano tocara tu carita de niña bonita y asustada que sólo tú muestras o mostraste. Cuánto quería que seamos inmortales en el baile sin final sin principio y sin límite. Pero lo imposible es lo irremediable.
La última vez que te hice reír y cruzamos miradas, fue en la noche que el mix soltó la salsa que nos adornaba el momento en que estábamos improvisando pasos y que, sin importarme los demás y nuestra mutua inexperiencia, me aventuré o diré; nos aventuramos a continuar con lo comenzado hasta el final de: “Qué mala eres Juliana” ello parecido a lo que llegó después, qué mala eres: ...., te fuiste, me dejaste con las ansias en el corazón y una gran ilusión.
Estamos tan cerca, pero un abismo de distancia nos separa... Y tan sólo, por una noche preciosa... Y una vuelta de la esquina...